Anotaciones a Bill Gates sobre el COVID
Quien escribe también ha enfrentado
la pandemia desde sus inicios hasta hace pocas semanas a través del trabajo
desarrollado en el Ministerio de Salud del Perú, dirigiendo el área de salud
comunitaria y promoción de la salud. Es así que me permitiré imbricar sus
notas, con la experiencia que tuve al lado de un decidido equipo multidisciplinario
enfrentando la pandemia en el territorio.
Son tres los ejes que presenta
para evitar una próxima pandemia: a) Hacer y entregar mejores herramientas; b) Mejorar
el seguimiento de las enfermedades; c) Fortalecer los sistemas de salud. En los
tres aborda aspectos en los que si bien la pandemia ha forzado o mejorado su alcance,
aún los sistemas de salud mantienen limitaciones sea por falta de operatividad,
de gestión y recursos, por resistencias internas, presiones externas o el
predominio de lógicas endógenas.
En el eje relacionado a la
información disponible, propone desarrollar una “biblioteca global” de datos sobre
brotes y su seguimiento, lo que implica que las áreas correspondientes de los
sistemas de salud además de contar con equipos desplegados, asuman que la información
con la que cuentan debe ser puesta en tiempo real a disposición de la comunidad
global. Ello requiere, además de sistemas de información e interconexión,
asumir que la información en salud no es propiedad de equipos epidemiológicos o
de investigadores de las instituciones públicas, sino que aquella es parte e
insumo para una estrategia glocal (global y local).
En los inicios de la pandemia en
el Perú se avanzó en cierta medida abriendo los datos epidemiológicos del
Ministerio de Salud a la comunidad de investigadores, lo que permitió contar
hasta la fecha con información procesada y analizada que el sector público no
hubiese podido elaborar y que habría quedado entre un limitado grupo de
funcionarios.
En relación a la atendible
propuesta de crear el Global Epidemia Response and Mobilization ligado a
la OMS, si bien se centra en el monitoreo del desenvolvimiento de la pandemia y
su respuesta, se observa más como un seguimiento epidemiológico y científico,
antes que uno social. ¿A qué me refiero? A que es claro que la respuesta a la
pandemia tanto en la primera etapa sin vacunas como en la segunda con éstas, ha
tenido un componente de acción y salud comunitaria sustancial.
Al inicio de la pandemia, debido
la falta de respuesta idónea de los sistemas de salud y de los gobiernos, por
limitaciones de los sistemas pero sobre todo por la incapacidad de arriesgar más
respuestas perfectibles desde el sector de salud, fue la comunidad organizada
en sus barrios y territorios la que sirvió como primer punto de contacto entre
los afectados y sus necesidades básicas como disponer de un pulsioxímetro, que
el Estado hizo llegar a cuenta gotas a las organizaciones sociales para ese
primer tamizaje comunitario en un local vecinal, en la puerta de un mercado o subiendo
los cerros de la ciudad para ir a las casas de los sintomáticos.
Estando tan vivo ese ánimo
colaborativo, en este tema como en la detección y seguimiento comunitarios, hubo
resistencia del sistema de salud a trabajar de la mano con la comunidad; resulta
irónico que a la fecha se haya entregado solo una parte de los cerca de medio
millón de pulsioxímetros adquiridos para tal fin, con la excusa administrativa
burocrática de muchos trabajadores del sector de que luego iban a tener que
asumir el costo por la pérdida o deterioro de esos instrumentos, cuando
justamente fueron adquiridos para tal fin.
Lo que le quiero decir con esto
señor Gates, es que si no se coloca desde el primer momento a la acción comunitaria
en salud al mismo nivel que la investigación, la fabricación de
medicamentos o vacunas, no habrá posibilidad de enfrentar adecuadamente una
nueva pandemia o contenerla.
Como lo demuestra el proceso de
vacunación, la implementación de vacunatorios fijos o itinerantes, la entrada
de los trabajadores en los territorios o la decisión de las personas de
vacunarse, en gran medida pasan por contar con el soporte de la comunidad, de
sus representantes y de las autoridades locales. La pandemia evidencia que los
sistemas de salud, estando mejor o peor organizados y financiados, solos no son
capaces de enfrentar integralmente una amenaza de tal magnitud.
Sobre el eje “Fortalecer los
sistemas de salud”, es necesario identificar las medidas puntuales, ya que esta
frase ha tenido y tiene diversas interpretaciones, aplicaciones y teorías que
no escapan de la disputa ideológica ya que cruza aspectos como la
responsabilidad pública y el interés privado.
Al hacer referencia a que debemos
contar con más trabajadores de salud, generalmente ello se dirige a los
profesionales cuyas brechas han sido estimadas; pero los sistemas, para
enfrentar amenazas latentes como para ejercer sus acciones en los territorios, necesitan
de forma urgente que se promueva la formación técnica en salud para el
despliegue territorial y seguimiento a las personas, así como la participación
de los representantes comunitarios desde esquemas que reconozcan el valor
monetario de su trabajo sin hacerlos dependientes de las estrategias o programas
de salud.
Este último es un tema que en el
caso peruano aún no se ha resuelto, ya que existe una falsa dicotomía entre
respetar la autonomía de la comunidad y la necesidad de reconocer
económicamente su tiempo; en ese contexto, hay experiencias iniciales que buscan
conjugar estas dos perspectivas. Lo cierto es que contamos con miles y miles de
personas que conocen sus comunidades y que son nuestro punto de conexión para
promocionar salud y prevenir enfermedad, pero no utilizamos idóneamente su
potencialidad.
Señor Gates, concluyo estas
líneas analizando la propuesta de incremento de recursos financieros,
acercándolo al caso de mi país y relacionándolo con la efectividad de su uso. Se
necesita mucho más financiamiento fresco para los sistemas de salud, pero ese
financiamiento debe ir acompañado de una lógica distinta en su uso, priorizando
algo de lo que mucho se habla pero que no se aplica en su integralidad: dotar a
las acciones de salud pública de un enfoque del territorio que es en donde se
hace efectiva la Atención Primaria de la Salud, asumiendo que el sistema de
salud es un componente principal pero no el único para mejorar condiciones de
vida en las comunidades.
En el Perú en la segunda década
del siglo XXI, el presupuesto del sector salud casi se triplicó, pero eso no
significó que los indicadores de mortalidad y morbilidad y los años de vida
saludable mejorasen en la misma proporción; es más, en algunos casos se
mantuvieron o hasta empeoraron como en los índices de obesidad general e
infantil. Más financiamiento sí, pero para variar los esquemas de su uso,
promover alternativas de gestión y construir la respuesta a la necesidad de
salud en una priorización conjunta entre los gobiernos nacionales, locales y
las comunidades.
Me despido señor Gates, animado por que cada vez más enfoques nos involucremos en la salud pública, con el ánimo de transformarla, para lo cual se requiere tener la convicción de que sí es posible hacerlo. Eso no se producirá si los sistemas de salud siguen haciendo lo que están acostumbrados a hacer, complacidos con repetitivos power point, asistencias técnicas, discusiones para sus entendidos, validaciones de documentos que entran en vigencia luego de que acaba la emergencia, temor a ejecutar presupuestos.
Se producirá cuando remesamos los sistemas de salud con alternativas prácticas, desburocratización, multidisciplinariedad e innovación, conectando con las capacidades y conocimientos instalados, porque finalmente la salud es un derecho por el que vale la pena jugársela.
Cajamarca 8 de mayo de 2022
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